Este "prepararnos para la nueva normalidad" trae consigo; incertidumbre, Temor, y en algunos casos desesperación. Es triste escuchar que muchos no pueden con esta presión, y deciden acabar con sus vidas, otros entran en procesos de autodestrucción sumergiéndose en vicios y depresiones. Sin duda estos tiempos son muy peligrosos!
Hoy, todos enfrentamos un enemigo que es mas poderoso que el virus, o dicho de otra manera hay un virus mas poderosos que esta arrasando con todo y es EL MIEDO!!.
Y el miedo, envía dos emisarios, dos gigantes, dos embajadores que van delante de el abriéndole el camino y preparando los corazones, dejándolos sin fuerza y esperanza, ahogando las fuerzas y llevando a las personas a caminar como por el borde de un precipicio.
Estos gigantes son Afán y Ansiedad...
Jesús nos dice en Mateo 6:25-34 "Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal."
Afán y Ansiedad: Hay dos palabras griegas que comunican la idea de ansiedad. Una ( taraso) se traduce “turbarse” y significa “ser sacudido o agitado”. La otra ( merimnao) es “afanarse” y se encuentra en este párrafo. Significa “ser dividido”, o “partido”. La ansiedad por las cosas que uno necesita para sustentar la vida en el día de “mañana” puede literalmente dividirle en dos. Por un momento piensa: “Puedo confiar en Dios para proveer para mis necesidades.” Luego, duda de la provisión de Dios. Este es uno de los dilemas más frecuentes para muchos creyentes. y claro sin Cristo el problema se agudiza.
Jesús prohíbe la ansiedad, luego señala su causa, destaca cinco razones en contra de ella y termina declarando el principio general que debe guiar a los siervos del Rey.
Las causas de la ansiedad son:
- la incertidumbre del mañana
- la comida
- la bebida
- la vestimenta.
Estas cuatro cosas son por las cuales las personas entran en crisis y desesperación, es la razón por la cual muchos abandonan sus fe.
La solución: el antídoto a este mal, “la piedra en nuestra onda para matar a estos gigantes” esta en el verso 33. Jesús subraya el principio que sirve para orientar la vida diaria y el servicio del súbdito del reino. La preocupación, o prioridad, número uno debe ser el “buscar el reino de Dios.” El mandato del Rey, la voluntad de Dios para todo súbdito del reino, es que busque el reino. Esta búsqueda debe ser continua, pues el imperativo está en tiempo presente, indicando acción repetida y continua. Debe ser una búsqueda celosa, pues el verbo en griego (zeteo) significa “desear con una pasión, perseguir con celo, procurar de corazón.
La promesa del Rey (y todas estas cosas os serán añadidas, v. 33) es el antídoto para eliminar y evitar la ansiedad. Nuestra parte: someternos incondicionalmente al reinado de Cristo y buscar su voluntad. La parte de Dios: proveer todo lo que sea esencial para que nosotros cumplamos su voluntad. El siervo puede gozarse de provisiones abundantes, o soportar provisiones mínimas, pero serán en todo momento suficientes.
Una parábola moderna viene al caso:
Se oyó en un huerto una conversación entre dos gorriones, descansando sobre una rama en un árbol alto. Mientras observaban a la gente que caminaba apurada y nerviosa por el huerto, uno dijo al otro:
—Eh, dime, ¿por qué piensas que la gente camina así, nerviosa y preocupada?
El otro le respondió:
—No lo sé con certeza, pero debe ser porque no tienen a un Padre Celestial que los cuida, como nosotros.
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